miércoles, 25 de mayo de 2011

"TRAS LOS BUITRES"- Lea el primer capítulo

EL TENIENTE FERNANDO MARTÍNEZ ESTABA EN EL MOMENTO Y LUGAR EQUIVOCADO Y EL TURCO VA EN BUSCA DE LOS RESPONSABLES




CAPÍTULO UNO

DICIENDO ADIÓS


Eran las 11.30 de la noche cuando sonó el celular del Teniente Fernando Martínez. Antes de que diera la tercera timbrada, Martínez se levantó de su cama para sacarlo del bolsillo de la casaca negra que estaba colgada en el ropero. Por la hora, presumía que debía ser importante. No se equivocó: era el informante quién le comunicaba que el camión estaba en San Mateo, esperando luz verde para ingresar a Lima.
El informante le sugirió que calculara un par horas, el tiempo suficiente en que estaría pasando por la Garita de Corcona, toma tus precauciones Martínez, le dijo, sino cuentas con mucho personal mejor no intervengas, solo síguelo. El informante también le dijo que el destino final del vehículo podría ser una fábrica situada en la Av. Néstor Gambeta en el Callao. No conocía con exactitud la dirección, porque solamente era responsable de un tramo de la seguridad del vehículo. Luego, se despidió deseándole suerte y le mencionó que le sería imposible volverse a comunicar esa noche con él. Al cortar la llamada, Martínez observó la pantalla del aparato, el número correspondía a un teléfono público.
Inmediatamente después, el Teniente Martínez se vestía lo más rápido posible, luego se acercó a su esposa y cuando ésta estaba a punto de decirle algo, le dio un beso, le pidió que no se preocupara, que todo saldría bien. Miró a su bebé que estaba durmiendo en la cuna, solo le rozó la cabeza con una de sus manos y salió raudo para abordar su wolsvagen celeste. Mientras manejaba por la Av Javier Prado, aprovechó para llamar al celular del Turco, sin embargo, pese a los reiterados intentos, no logró comunicarse con él.
Cuando llegó a las inmediaciones de la Garita de Corcona, buscó donde estacionarse para poder observar el paso del camión. Continuó con sus intentos de comunicarse con el Turco, al parecer, su celular estaba apagado por lo que comenzó a dejarle mensajes de voz. No optó por solicitar apoyo al personal de su propia unidad, ni a la dotación policial ubicada en la garita, se esperanzó en que el Turco escuche sus mensajes y llegue a tiempo con el apoyo. El teniente Martínez se había instalado a 500 metros del puesto de control, cerca a un grifo que estaba en los alrededores. Miraba insistentemente su reloj preguntándose si se le había pasado el camión, si habían escuchado sus mensajes. La primera respuesta se le dio de inmediato, ayudado por la buena visibilidad que permitía la claridad de la noche, identificó la placa de rodaje del camión cuando pasaba por la estación de servicios. Se persignó evocando la protección de Dios para iniciar la persecución de su objetivo, esperaba que el buen inicio fuera recíproco con el final.
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La inmediata salida del woslvagen celeste del Teniente Martínez, luego de que el camión pasara por el grifo fue percibida por el chofer, quién advirtió a su copiloto. Éste le sugirió que bajara la velocidad, para cerciorarse que solo fuera una casualidad, pero al notar que el auto tambien realizaba la misma maniobra, tomaron la decisión de comunicar el hecho a Lima.
Al otro lado del hilo telefónico estaba Rafael Jiménez, quién escuchaba con tranquilidad lo que el copiloto le estaba informando. Les manifestó que mantuvieran la velocidad, que si no notaban cambio alguno, ejecutaran el plan de contingencia.
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Luego de colgar, Rafael Jiménez tomó otro teléfono que estaba en la guantera del vehículo, e hizo cuatro llamadas. Tres de ellas, tenían un mismo fin. Ordenar el desplazamiento de su gente a la zona previamente establecida para estas eventualidades. La última, a su contacto en la policía para que le informara qué unidad estaba realizando el operativo. Como siempre, Jímenez había tomado la previsión de ubicarse horas antes en las inmediaciones del óvalo de Santa Anita, uno de sus lugares preferidos para verificar el paso de la mercadería ilegal cuando hacía su ingreso a Lima. El tener conocimiento que la comitiva estaba siendo seguida lo consternó, siempre hay un inicio o final de acuerdo a la perspectiva.
Le ordenó a su chofer que enrumbara hacia Huaycán, éste habia escuchado todas las conversaciones de Rafael así como las órdenes dadas. Después de eso, su apreciación ratificaba el concepto que tenía de su jefe, jamás perdía la calma o la cordura, era un témpano de hielo. Transcurrían los minutos mientras avanzaban a su destino, volvió a sonar el celular y luego de un breve diálogo lo apagó. Luego, Rafael llamó desde el otro aparato, hizo la consulta sobre la cantidad de carros que participaban en el seguimiento. En todo momento jamás hizo notar un gesto, una palabra demás. Del otro lado de la línea le comunicaron que era un solo vehículo, el mismo woslvagen celeste que había iniciado la cruzada, y que se mantenía impávido en su cacería. Antes de llegar a Huaycán volvió a comunicarse con su gente, planificó la estrategia para ubicar a cada uno de ellos en lugares vitales. Esto le permitiría tener una visión mas exacta de lo que realmente sucedía, era poco probable que un solo carro estuviera en la vigilancia, por eso necesitaba verificar tal información. Jiménez, decidió que uno debía quedarse a la entrada para comunicar la cantidad de vehículos que ingresaban detrás del camión; los otros dos al igual que él, se colocarían cerca al arco. Asimismo, preciso que, por ningún motivo dejaran a la vista de cualquier transeúnte circunstancial los vehículos. Preciso que solo a su orden entrarían en acción, para ello, todos debían usar pasamontañas y guantes.
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Cada instante era la letanía del ronroneo de la noche, el Teniente Martínez se rehusaba ha interrumpir el seguimiento de aquel embarque, pese a no recibir respuesta del Turco. Confiaba en su buena suerte. Durante el trayecto prestaba atención a cualquier vehículo detenido al costado de la carretera. Así, cuando daba la vuelta a la curva de Ricardo Palma divisó una camioneta ploma de la policía. Aceleró con el fin de pasar al camión, pero éste, al notar la maniobra hizo lo propio. El teniente Martínez entonces frenó intempestivamente cerca de la camioneta ploma de la policía, bajó dejando el motor encendido.
—Buenas noches colegas, soy el Teniente Martínez —dijo mostrando su carnet para identificarse.
—Sí, buenas noches mi teniente, soy el Superior Granados, en qué lo podemos apoyar.
—Por favor, necesito intervenir el camión que acaba de pasar, podran secundarme.
Hubo un silencio entre los dos efectivos. Solo atinaban a mirarse sin pronunciar palabra. Se disculparon por no poder auxiliarlo, el comisario nos ha designado en este puesto fijo, dijo Granados.
Acto seguido, Granados bajó del patrullero y preguntó si tenía la placa del camión para poder irradiarlo y solicitar apoyo a otras unidades. Martínez se la proporcionó y velozmente reinició su cacería.

—Mendoza, comunica a la central sobre este camión, tal vez otros colegas que estén en la ruta lo puedan ayudar —ordenó, Granados.
—Granados, qué te sucede ¬—respondió Mendoza—. Después el Coronel va a llamar al Mayor para solicitarle un informe al respecto.
Se enfrascaron en un diálogo infructífero dilatando una comunicación radial que nunca se daría. Increpándose el no haber socorrido al Oficial, so pretexto de un designacion forzosa a un puesto fijo cuando en realidad era la carencia de combustible. Recriminaban la codicia del Comisario, cuando más responsables eran ellos al ser cómplices de esta situación. Por unos instantes quedaron pensativos, hasta que Mendoza acotó que no pasaría nada porque si fuera un operativo que estuvieran realizando, era poco probable que participara un solo policía y además en un carro particular.

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El Teniente Martínez había acelerado a fondo sin poder alcanzarlo, y cuando estaba ya casi extenuado, perdiendo las esperanzas volvió a encontrarlo. Esta vez se prometió no volverlo a perder. Pasando Ñaña notó que en sentido contrario se acercaba otro patrullero, por lo que se detuvo sin perder de vista al camión. Batió los brazos a fin que se detuviera. Cuando el auto lo hizo cerca a él, volvió a solicitar que lo apoyaran. Estaba siguiendo al vehículo de carga pesada que minutos antes había atropellado una pareja por Santa Eulalia y que estaba dándose a la fuga. Los policías inmediatamente se pusieron a su disposición, subieron a la verma central para cruzar al otro carril, emprendiendo veloz persecución. Mientras se desarrollaba el operativo, uno de los efectivos del patrullero irradió a la central el auxilio que se le estaban prestando al oficial, así como el motivo. Se percataron que el camión estaba girando hacia la izquierda para ingresar a Huaycán, por lo que ambos vehículos hicieron lo mismo.
El Teniente Martínez que había engañado a dos colegas para detener un vehículo sobre la base de un accidente de tránsito. Cuando en realidad debio informarles que éste transportaba droga camuflada en la carrocería. Al llegar al arco de Huaycán observó que el camión había sido abandonado, junto a la cabina del chofer se encontraba uno de los policías. Por el apuro los ocupantes habian dejado ambas puertas abiertas. En ese instante, el Teniente Martínez le informó la verdadera razón de la intervención policial. El policía sorprendido le recomendó que sacara su arma, que se manteniera alerta, mientras él regresaría al patrullero a recoger el AKM. Martínez permaneció inmovil felicitándose por haber asestado el primer golpe, nunca se dio cuenta el inicio del alud. Un impulso imperioso, que no supo explicar, lo obligó a girar hacia donde estaba el patrullero divisando más de dos siluetas cerca del vehículo. Súbitamente sucedía lo mismo junto a él.
—Suelte el arma —le ordenaron— no trate de ser héroe o mártir, ya hay muchos en su institución.
Fueron momentos de gran tensión. No solo él estaba siendo amenazado por hombres armados con pistolas y pequeñas ametralladoras, sino que también observaba como los otros dos policías eran golpeados y bajados con violencia del patrullero. Le reiteraron la orden de que soltara su arma, que cualquier acto heroico estaría fuera de lugar. Los otros dos efectivos policiales estaban arrodillados en el piso, los traficantes los habian reducido colocando sus armas en sus cabezas. El tiempo se estancó. El teniente Martínez trató de entender en qué se había equivocado. Fue desde el inicio la vehemencia lo que lo había envuelto en una oleada de deslices. Trató de mantener la calma, demostrar que todavia tenía el control de la situación, y que pese a las circunstancias, él podía salir bien librado. Notó que todos sus atacantes llevaban pasamontañas. Trató de negociar con ellos.
—Tranquilicémosnos, voy a bajar mi arma, esto no sucedió, no hemos visto el camion, ni a ustedes —argumentó el Teniente.
—Es lo más inteligente que has dicho —dijo uno de los encapuchados—. Suelte el arma.
Inmediatamente lo redujeron arrojándolo al piso donde le propinaron golpes con las manos y los pies hasta hacerlo exclamar de dolor. Dominada la situación, y al ver a los policias en el suelo, Rafael ordenó que sacaran el camión de la zona, y los vehículos de los policias de la vía de acceso a Huaycán.
Luego de ello, Rafael se alejó del resto de su personal para efectuar una llamada. Debía informar a Lorenzo sobre lo acontecido hasta el momento y el desenlace que se venía dando. Era evidente que la presencia de uno de los policías se debía a que tuvo conocimiento del embarque, en el caso de los otros dos uniformados era a pedido de apoyo del primero. La dedución fue corroborada por el chofer del camión, quién le narró las dos veces que su perseguidor trató de solicitar auxilio de patrulleros con los que que se topó durante la persecución. Esto se reforzaba porque el vigía ubicado a la entrada de Huaycán solo comunicó el ingreso de dos vehículos, además de no advertir la presencia de más refuerzos.
—Mátalos —ordenó Lorenzo por el celular.
—Señor, hemos usado pasamontañas y saben la situación del camión —agregó Rafael.
—Mátalos y buenas noches —respondió Lorenzo cortando la llamada.
Rafael le dio a Arnaldo Quispe, conocido como el “Loco” y a Gregorio Matallana, las instrucciones específicas. “El Loco”, levantó a viva fuerza al teniente Martínez y le colocó uno de los grilletes que encontró en el patrullero. Luego, lo metió a la maletera de su carro, y le ordenó a Román Gómez, el chofer de Rafael, que manejara mientras él se sentaba en el asiento del copiloto. Salieron del lugar siendo seguido por el wolvagen del oficial que era manejado por Andres Becerra, uno de los hombres de el “Loco”. Mientras ocurría todo aquello, los otros dos efectivos clamaban por sus vidas, argumentando que eran padres de familia. Al notar que sus suplicas no obtenían respuesta comenzaron a gritar solicitando ayuda. En un instante, recibieron varios golpes en el rostro al punto que uno de ellos perdió el conocimiento, luego los llevaron al patrullero el cual había sido ubicado en perpendicular a una pared. Sentaron a ambos policías en los asientos del chofer y del copiloto. Luego Gregorio Matallana con total sangre fria les descerrajó un tiro en la nuca a cada uno.
Los carros que habían llegado a Huaycán iban saliendo de uno en uno con lapsos de tiempo de cinco minutos entre ellos. La noche seguía impertérrita. Lo acontecido solo robó cuarenta minutos a la soñolienta Lima, sin que nada rompiera la rutina.

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En ese momento dos vehículos se desplazaban rápidamente por la carretera central. Cuando llegaron a Huachipa ingresaron hasta la zona de Cajamarquilla. Finalmente arribaron a una chacra. El Loco sacó al teniente del cofre del auto. Sus dos acompañantes lo miraban en forma distinta, mientras que su hombre de confianza sentía placer por la función, el otro reprimía sus sentimientos. Para el Loco no solo era trabajo, era personal. Era necesario vejarlo, demostrar que de él dependía el tiempo de vida, se recreó diciéndole que clamara por su existencia. El teniente Martínez, mientras recibía los golpes, se imaginaba al lado de su familia, dándole el beso de buenas noches a su pequeña hija.
—Dispárale de una vez, la madrugada está aclarando, alguien puede pasar —dijo uno de los hombres.
—Viejo de mierda, cállate yo sé lo que hago sí quieres puedes irte.

—Jefe, el hombre tiene razón, alguien puede pasar, —le advirtió Andrés.
Se tuvieron que sacar los pasamontañas para desplazarse por la carretera, por eso al oficial le colocaron una capucha antes de meterlo en la parte trasera del vehículo. Los que acompañaban al Loco eran concientes que éste haría algo inesperado, lo que no demoró en hacer al sacarle el capirote que tenía puesto el teniente. Desde lo alto, mirándolo tirado en el suelo, indefenso, El Loco le gritó que lo mirara, que se fuera al infierno sabiendo quién habia jalado del gatillo. Por unos instantes, Fernando Martínez parpadeó insistentemente para recuperar la visión, acondicionarla a lo tenue de la claridad que trataba de abrirse paso entre la opacidad. La vida le brindó un último deseo, algo que pidió el día que se graduó como Oficial de la Policía: despedirse frente a una cara amiga. El disparo fue directo a la cabeza, la escasez de agonía fue su unico consuelo, más alla de ello un simple número frio en la estadística. El “Loco” ordeno que le quitaran las esposas para arrojar el cuerpo inerte a una zanja, dejaron el woslvagen a unos metros y salieron del lugar.

lunes, 23 de mayo de 2011

PRÓLOGO- Tras los buitres


Policías. Asesinatos. Cárteles. Nadie es inocente.

Todos son culpables

Uno de los géneros fundamentales de la literatura hispanoamericana contemporánea es la novela de sicariato; muy popular en Colombia. Existen tres novelas cumbres de esta especie que configuran un grupo de textos que exploran las dificultades de la modernización en las megas ciudades latinoamericanas: “Delirio” de Laura Restrepo (Premio Alfaguara 2003); “Rosario Tijeras” de Jorge Franco y “La virgen de los sicarios” de Fernando Vallejo.

“Delirio” de Laura Restrepo, por ejemplo, es la historia de Agustina, una hermosa chica perteneciente a la alta sociedad colombiana quién un día sin explicación aparente, enloquece. En ese momento se inicia el conflicto dramático y que es Aguilar, esposo de Agustina, decide investigar qué es lo que pudo haber y es así que a través de estas indagaciones es que Laura Restrepo nos sumerge en los conflictos, temores y miserias de la sociedad colombiana. En ese mural, es que aparece la corrupción, el narcotráfico y la violencia que azota ese país.

Otras dos novelas imprescindibles de este género son “Rosario Tijeras” y “La virgen de los sicarios”. Ambos textos, nos remiten a esa casi sub cultura del mundo del hampa colombiano relacionado con el mundo del narcotráfico: los sicarios. En “Rosario Tijeras”, el autor construye un personaje femenino deslumbrante, tempestuoso, del que el lector se enamora desde la primera página.

En la misma línea, “La virgen de los sicarios” es un recorrido, lleno de violencia pero también de ternura, por el sub mundo de los usos y costumbres de estos inquietantes mercenarios.

En el Perú, aún no se había publicado nada parecido hasta la aparición de “Tras los buitres”, la ópera prima del escritor Pedro Mandros. Esta novela, sin duda, es la primera historia de cárteles drogas y sicarios que se escribe en el Perú. “Tras los buitres” es una historia altamente recomendable por varios motivos: está narrada con tensión e ironía, hay un sorprendente manejo del ritmo narrativo y la acumulación detalles al servicio del conflicto dramático. Y, tal vez lo más importante, Pedro Mandros pertenece a la estirpe de escritores “vitalistas”; esa singular clase de autor casi en extinción que saca sus historias no de los libros o las bibliotecas; sino de la vida misma.

Por esa razón, creo yo, esencial, es que “Tras los buitres” es una novela altamente recomendable, una novela que le toma el pulso a nuestro tiempo, una novela violenta, trepidante, que instala al lector desde la primera página y no lo suelta hasta el final.

“Tras los buitres”, una novela electrizante que no da segundas oportunidades.


JORGE SALCEDO
Crítico LITERARIO

martes, 17 de mayo de 2011

III Concurso Nacional de Cuento y II Concurso Nacional de Poesía "PREMIO FELIZH-2011"



FECHA LÍMITE DE ENTREGA DE TRABAJOS: 1 DE JUNIO

LUGAR DE ENTREGA: OFICINA DEL DIARIO CORREO

Jr Cuzco No 337

Bases del III Concurso Nacional de Cuento y el II Concurso Nacional de Poesía “Premio Felizh-2011”


El comité organizador de la III Feria del libro zona Huancayo, y el sello editorial Bisagra-Editores, con la finalidad de alentar la creatividad literaria de la población de la Región Junín y del resto del país, el fomento de la lectura y promover la oferta editorial, convoca al III Concurso Nacional de Cuento y II Concurso Nacional de Poesía “Premio Felizh-2011”, con arreglo a las siguientes bases:

Bases:

1. Tanto en los concursos de cuento y poesía podrán participar todos los peruanos y peruanas, mayores de edad residentes en el Perú o en el extranjero, siempre que los cuentos presentados hayan sido escritos en español y se envíen en este idioma. Asimismo, solo participarán obras que no se hayan presentado con anterioridad a otro premio o concurso nacional o internacional cuyo fallo esté pendiente.
2. El tema en cuento es libre. El tema, metro (métrica) y rima son libres.
3. El cuento deberá ser inédito –no se considerará inédito el cuento que haya sido publicado aun parcialmente por cualquier medio-. La extensión mínima será de 6 páginas y la máxima de 8 páginas. El cuento deberá presentarse digitado por una sola cara en papel A4, a doble espacio, en letra Arial 12.
4. Los poemas deben conformar un poemario inédito –se considerará inédita la obra que haya sido publicada parcialmente por cualquier medio-. La extensión mínima será de 300 versos y la máxima de 600. En caso de que se escriba en computadora, deberá usarse letra Arial 12.
5. Los participantes tanto de cuento como de poesía concursarán bajo seudónimo.
6. Cada participante podrá presentar sólo un cuento. Asimismo los participantes de poesía solo presentarán un poemario al concurso.
7. Los trabajos tanto en el concurso de cuentos y poemas se presentarán en soporte electrónico- grabado en un disco compacto (CD) o disquete, con el archivo en el programa Microsoft Word- y en papel- tres ejemplares legibles, debidamente compaginados, numerados en el extremo inferior derecho. Cada ejemplar impreso deberá contar con una carátula en la que se consignará el nombre del cuento y el seudónimo del participante. Asimismo, deberán ser acompañados por un sobre tamaño carta o similar cerrado, que en su exterior consigne también el correspondiente nombre del cuento y/o el poemario, el seudónimo, y en el interior los nombres y apellidos del autor, una fotocopia legible del documento de identidad por ambos lados, lugar de nacimiento, dirección domiciliaria, dirección electrónica, teléfono y resumen biográfico.
8. El soporte electrónico— con el archivo del cuento y/o el poemario—, los tres ejemplares impresos del cuento y los poemas, y el sobre tamaño carta o similar con los datos biográficos del participante tanto del concurso de cuento como de poesía deberán guardarse en un sobre manila (o similar), y se entregarán en las oficinas del diario Correo de Huancayo Jr Cuzco No 337- o en el Paseo Manuel Traverso No 100 Urb La Merced- Huancayo.
9. La fecha límite de recepción de los trabajos en ambos trabajos será el 1 de JUNIO de 2011. Los trabajos enviados por correo serán considerados válidos siempre y cuando se registre en el matasellos la fecha mencionada.
10. El Jurador Calificador del concurso de cuento estará conformado por los escritores: Oswaldo Reynoso, Félix Huamán Cabrera y Roberto Reyes Tarazona. El fallo del jurado es inapelable. El Jurado del concurso de poesía estará integrado por tres representantes del mundo académico-literario entre los que se encuentran: el poeta Antonio Cisneros, Doris Moromisato, y el poeta y periodista Pedro Escribano.
11. El Jurado Calificador en el concurso de cuento elegirá tres trabajos ganadores, que se harán acreedores a: el primer puesto a un premio de S/. 1,000.00 (mil nuevos soles) el segundo puesto a un premio de S/. 700.00 (setecientos nuevos soles) y el tercer puesto a un premio de S/. 300.00 (trescientos nuevos soles) y la publicación de la obra. En el concurso de cuento el Jurado Calificador también proclamará a los cuentos finalistas que crea conveniente, de acuerdo a la calidad estética de las obras presentadas. El cuento ganador, el segundo, el tercer puesto y los cuentos finalistas serán publicados bajo el sello editorial Bisagra-Editores que se reserva los derechos de edición durante un año.
12. El premio del II Concurso Nacional de Poesía “Premio Felizh-2011” al poemario ganador, será del monto de S/. 700 soles (setecientos nuevos soles) más la financiación del 100% del costo de publicación de la obra en el catálogo de poesía del sello editorial Bisagra Editores, el premio al segundo puesto es de S/. 300 (trescientos nuevos soles), más una mini-biblioteca.
13. El acto de premiación y la presentación del libro con los cuentos ganadores y finalistas y del poemario ganador del concurso de poesía se realizará en el marco de la 3° Feria del Libro Zona Huancayo-Felizh.
14. Finalizado ambos concursos, los trabajos que no hayan ganado serán destruidos.
15. La participación en este certamen implica la aceptación de todos los puntos antes señalados.
16. Cualquier caso no previsto en las presentes bases se resolverá a criterio del Jurado Calificador de ambos concursos y los organizadores.

Huancayo, marzo de 2011.

viernes, 13 de mayo de 2011

Nueva publicación:"TRAS LOS BUITRES"


POLICÍAS. ASESINATOS. CÁRTELES. NADIE ES INOCENTE

TODOS SON CULPABLES



El Teniente Fernando Martínez estaba en el momento y lugar equivocado y el Turco va en busca de los responsables.


"Tras los buitres" ópera prima del narrador limeño Pedro Mandros es una novela policial, de cárteles de droga, asesinatos y corrupción narrada con mucha fuerza e ironía. Una novela electrizante que no da segundas oportunidades.


Pedro Mandros Olarte


(Lima, 1967)


Inicia su carrera literaria con "Tras los buitres"; una historia que se lee de un sentón. Un policial trepidante que inagura un nuevo género en nuestro país: la novela del sicariato.


"TRAS LOS BUITRES" es el volumen No3 de nuestra colección: bonus track...alternativos


La presentación oficial será en el marco de la 3ra Feria del Libro Zona Huancayo FELIZH-2011

domingo, 1 de mayo de 2011

Bryce celebra 40 años de "Un mundo para Julius"


Lima, 29 abr (EFE).- El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique celebró en Lima los 40 años de su primera novela, "Un mundo para Julius", con la presentación de una edición conmemorativa en la que reveló secretos e influencias cinematográficas y musicales que marcaron esta obra.

Durante la ceremonia, en la que se destacó la vigencia y actualidad de un libro que sigue entre los preferidos de los lectores peruanos, Bryce elogió la noche del jueves la edición publicada por el sello español Alfaguara.

Tras agradecer por un "libro estupendamente editado", el narrador ofreció detalles sobre su escritura, en un París al que había llegado para seguir algunos de los postulados del norteamericano Ernest Hemingway: sobre todo ser pobre y escribir mucho.

"La diferencia era que Hemingway era pobre en dólares y yo en soles peruanos", comentó haciendo estallar la risa entre los asistentes a la presentación.

Al referirse a su novela, el escritor reveló que nació de la "honda insatisfacción" que tuvo tras publicar el libro de cuentos "Huerto Cerrado" (1968), que le pareció "muy académico" y sin el clima y el humor de los limeños