sábado, 20 de noviembre de 2010

Rosario la viajera




Rosario, la viajera

—¡Carajo, tú lo has matado a nuestra “quri waqracha”, si la hubieras cuidado tal como te recomendé, no hubiera reventado su panza!
Con estas expresiones hirientes mi padre no cesaba de recriminarme, a pesar de que le explicaba, mi padre no cesaba de recriminarme casi todos los días las causas que motivaron la muerte repentina de nuestra vaquita lechera.
Nunca quiso escucharme, era demasiado terco y machista, sus palabras y sus decisiones sean malas o buenas, era una ley nadie podía refutar ni siquiera mi madre.
En cambio, con mis hermanos mayores era muy complaciente y tolerante. Incluso a ellos, ni bien terminaron sus estudios primarios en Cocas, los matriculó en el Colegio “San Roque” de la ciudad de Castrovirreyna. Al notar esta desigualdad, un día, me atreví a decirle:
—Papá, yo también quiero estudiar como mis hermanos.
Mi papá contestó airado:
—¡Qué cosa carajo!, tú eres mujer, las mujeres solamente sirven para parir, ya te he educado hasta segundo año de primaria, eso es suficiente para ti, no necesitas más. En cambio tus hermanos como hombres requieren una buena instrucción, tengo esperanzas que algún día ocupen cargos públicos, como Alcalde, Gobernador o dirigente de la comunidad.
Aquella mañana en que murió mi “quri waqracha”, amaneció con una ligera llovizna y una neblina que cubría toda la quebrada de Mollepampa. Después de tomar el desayuno, junto con mi hermanita menor, arreamos nuestro ganado, con destino a nuestro alfalfar de “Aya Samachina” donde siempre pastábamos. Así fue como mi vaquita la “quri waqracha” tragona como siempre, engulló la alfalfa más de la cuenta en pleno sol y con todo el rocío de la madrugada. Ese fue el motivo para que reventara su panza, no había sido dejadez nuestra, como mi padre afirmaba.
Aquel día, al notar que la “qori waqracha” se retorcía con el cólico, me pasó por el cuerpo un susto como si fuera una electricidad que recorría mi espalda, comencé exclamar:
—“¡ayyyy, mamallay Huaca Huaca”!, ¡no permitas que mi vaquita se muera!
Dejando las reses al cuidado de mi hermanita, caminé toda la cuesta desesperada hasta llegar al pueblo de Cocas, donde estaba ubicada nuestra casa. Llorando como María Magdalena y tomando valor tuve que avisarle lo sucedido a mi padre, ni bien escuchó, frunció el ceño, me miró sacando chispas por los ojos y dijo:
—¡Carajuy mierda, seguro que has estado jugando, ahora sí te has jodido conmigo!
Agarró la brida de nuestro caballo y comenzó blandir el látigo para castigarme. En esos precisos momentos mi madre se abalanzó y sujetó su mano, evitando que me castigara. Esto lo encolerizó aún más:
—¡Tú como siempre apañando a esta ociosa carajo!
Después de ello, mi padre montó en su caballo “Bucéfalo” y fue a sacrificar a mi vaquita querida.
Afortunadamente llegaron las fiestas patronales de “San Francisco de Asís” y mi padre con todo el tumulto y la baraúnda de la llegada de mis primos, se olvido del asunto. Ahí tuve la oportunidad de conocer por primera vez a mi primo que había llegado de Pisco. Así fue como le pregunté, como se hacía para llegar ahí, y si es que alguna vez yo iba me recibiría:
—Esa pregunta está por demás pues primita, respondió, si vienes te recibiremos con los brazos abiertos como te mereces. Para viajar a Pisco no es difícil, a medio día se toma los servicios de la Empresa de Transportes “Oropesa” de Castrovirreyna. Nosotros radicamos en “Dos Palmas”, es un centro poblado antes de llegar a la ciudad de Pisco, si llegas allí, pregunta por el “Loco Fidel”, soy como la mala yerba. Todos me conocen.
—Ojalá pues, que el día menos pensado, te visite primo, le contesté a manera de broma.
Desde ese momento en mi mente, me rondaba la idea de conocer esos lares y me dije:
—Yo mi iré algún día, como lo hicieron Digna García, Felícita Salgado, Maruja Saenz y otras chicas, regresaré triunfante, porque si me quedó aquí, me harán casar con algún muchacho del pueblo y sufriré como mi madre, eso jamás, pensé.

*********
Nuestras chacras de alfalfares no eran suficientes para alimentar a nuestro ganado. Por ese motivo mi padre alquilaba chacras de varios comuneros. Esta vez íbamos a ocupar las chacras de don Felix Moreyra, pero en vista que faltaba madurar un poco más, mi padre cambió de opinión.
A la hora de cena mi padre nos dijo:
—¡A partir de mañana llevarán a los animales a nuestras alfalferas de “Chacapampa”, porque el pasto que íbamos comprar de don Félix, todavía no están en condiciones, así es que alisten todo lo necesario ya saben ustedes qué llevar.
Ir a ese lugar, era apartarse de la población más de treinta. Entonces con mi madre alistamos los víveres, utensilios de cocina, ropas y cama. Al día siguiente después de tomar el desayuno, cargamos al caballo todo lo que habíamos alistado en la noche anterior.
Salimos junto con mi madre y mi hermanita, arreando a cuatro vacas lecheras con sus respectivas crías. Además tres toros y un pequeño rebaño de ganado caprino.
Chacapampa, a pesar que se encuentra apretujado por unas inmensas montañas de forma vertical como: “Chacchasera”, “Vizcapata”, “”Poqolla” consideradas como dioses ancestrales y eternos guardianes de nuestros pueblos, tienen ciertos atractivos. Existe mucha vegetación. El río Chiris, lleno de truchas arco iris, se desliza suavemente por medio de esta abra, en la otra orilla del río se encuentra lo que queda del fundo de don Nemesio Chirre, persona muy estimada y respetada en Cocas que perdió todo cuando llego la Reforma Agraria del Chino Velasco.
Después del almuerzo mi mamá partió a Cocas, recomendándonos tener mucho cuidado con los animales.
Resulta que una noche lóbrega, a la una de la mañana, sentí que las reses se espantaban y hacían bulla. Nuestro perrito “Truman”, que siempre nos acompañaba, comenzó a ladrar furiosamente. Yo me asusté. Desperté a mi hermanita, prendimos el mechero y tomando valor, ambas salimos afuera hacia el corralón donde se encontraban nuestro ganado, nos acercamos pensando que era un zorro, o algún otro animal.
Nada ocurrió.
Esa mañana, después de ordeñar las cuatro vacas lecheras, y a las dos cabras con cría, colamos la leche depositando el contenido en dos baldes grandes con su respectivo cuajo. En seguida soltamos a los becerros y a los cabritos para que amamanten. Luego los arreamos con dirección a una de nuestras chacras alfalfares. Hasta este momento nada hacia presagiar lo que me iba a ocurrir. Por la mala noche que pasé me encontraba algo somnolienta. Traté de mantenerme despierta pero me quedé dormida. En mis sueños, sentí que un cuerpo extraño se deslizaba y se introducía en mi parte íntima. Me dio un sobresalto, automáticamente llevé mi mano a mi órgano genital. Con desesperación, traté en vano de jalar esa cosa viscosa y repulsiva. Pero no pude. Ese momento, con el impacto, me desmayé. Al recuperar el conocimiento comencé a gritar pidiendo auxilio a mi hermanita Josefina.
—¡Josefina! ¡mamacita linda! por favor anda llama a nuestro tío Nemesio Chirre y a la tía Claudia, que vengan rápido, me encuentro muy mal.
Cuando mi hermanita se fue corriendo sentí un miedo que nunca había experimentado. Comencé a sudar de angustia y preocupación. No sé cómo y por dónde habrá atravesado el río mi hermanita porque en tiempo record aparecieron don Nemesio y su esposa.
—¿Qué tienes, qué es lo que te pasado Rosario? —me preguntó doña Claudia.
Le conté todo lo que me había ocurrido, no cesaba de llorar. ¡Dios mío!, tía, seguro que voy a morir.
—No te desesperes hijita, tienes que ser fuerte y valiente, ya estás con nosotros hemos venido a ayudarte, ahorita vamos sacar esa sabandija
—Tía, siento que en mis entrañas se mueve.
En ese momento don Nemesio agarró un balde mediano y se fue corriendo a ordeñar a una de las vacas, y al retornar me hizo sentar en una piedra, colocando el balde en dirección de mi parte íntima.
—Siéntate tranquila, no te muevas hijita, a estos bichos les gusta la leche fresca, tienen un olfato más desarrollado que el perro, ahorita va salir, no te angusties, más bien procura relajarte.
Don Nemesio estaba parado muy atento a mi lado con un palo en la mano, en eso sentí que algo se deslizaba por mi vientre; no pude más y me desmayé.
Al volver en mi vi que la señora Claudia seguía sentada a mi lado y una víbora muerta, toda aplastada, estaba tendida en el suelo.
A consecuencia de esta insólita y horrible experiencia, me enfermé de susto. Tenía continuos sobresaltos. En mis sueños, se repetían aquellos momentos de terror que pasé aquella mañana de domingo. Me despertaba dando gritos, perdí el apetito, no tenía acción para nada, comencé adelgazar, pasaba los días sumida en una terrible depresión.
Mi pobre madre, preocupada por mi quebrantada salud, contrató los servicios de Tomás Inga, el vidente, famoso curandero de Palca. Él, me pasó con el cuy y me mancornó con muchas flores y hojas de tumbo en reiteradas veces. Me hizo tomar aguas de azahar y tisanas de valeriana. Así, poco a poco, recuperé mi salud. Tuve suerte, pues decían que en su comunidad, había matado a don Francisco, esposo de Mamá Justina.
Durante el tiempo que me hallaba postrada en cama, delicada de salud, yo esperaba anhelante algunas palabras de cariño y aliento de parte de mi padre, lamentablemente el se comportó como siempre frío, tosco y cruel, me miraba aburrido, descontento y me decía:
—Aquí mantengo a ociosas que no hacen nada ¡carajo!
En poco tiempo, le llegué a tener antipatía, odio y desprecio. En mis momentos de amargura, prometí marcharme para siempre a cualquier lugar.
Una mañana de abril después de ahorrar el dinero del que yo creí que era suficiente, junté las pocas cosas que tenía y me marché de mi casa con la esperanza de encontrar a mi primo Fidel quien me había prometido que me acogería en su casa.
Salí presurosa antes que regrese mi padre, después de media hora de caminata llegué a Vischincha. Desde allí contemplé la pequeña planicie, donde está ubicada el pueblo de San Francisco de Cocas, la iglesia y las casas con sus techos de calamina, del anexo de Vichavichay. Los alfalfares donde pastaba mis ganados y los cerros que circundan, en ese momento los rostros de mi madre y mi hermanita estaba en mi mente y mis ojos se inundaron de lágrimas, lloré hasta cansarme. Eché la última mirada y comencé bajar por ese derrotero sinuoso y escabroso, después de una caminata de casi dos horas por fin llegué a Quincará, que era un pequeño valle con pocas casas, pero con bastante vegetación.
Al llegar ahí encontré a una señora a quién le pregunte:
—¿Dígame en qué tiempo se llega a Ticrapo y a que hora pasa por allí el expreso Oropesa hacia Pisco?
—Caminando bien llegarás en cinco horas, está lejitos, el camino es por el lado izquierdo, pasando el próximo puente camine ojo cerrado hasta llegar a Ticrapo, no podré decirte exactamente la hora que pasa el expreso Oropesa, algunas veces pasa temprano, otras veces se atrasa, pero si vas en alcance de Oropesa procura avanzar lo más rápido posible.
Con estas indicaciones, llegue justo a tiempo cuando la empresa de transportes “Oropesa” salía rumbo a Pisco. El ómnibus serpenteaba el camino de tierra a duras penas dejando atrás los cerros y los recuerdos que había decidido dejar para siempre.
Después de cuatro horas de agotador viaje, llegué a la ciudad de Pisco, donde tal y como me indicó mi primo pregunté si alguien conocía al “Loco Fidel”. Por más que lo busqué y busqué nadie me dio razón de su existencia, sin embargo, ahí, parada en medio de la nada, cogí mi pequeño bulto, avance unos pasos indecisos y cuando el sol de mediodía me dio de lleno en el rostro, me di cuenta que por fin, podía volver a empezar.


Cuento incluido en "La soñadora...y tres cuentos peregrinos más" Nuevo libro de nuestro catálogo Bonus track...alternativos, que se publicará en el mes de Diciembre

viernes, 19 de noviembre de 2010

NUEVA PUBLICACIÓN: 2da edición "Visión ecológica de la Región Junín"





Comentarios de la contraportada:

El libro: "VISIÓN ECOLÓGICA de la Región Junín" del Pbro. Jaime Quispe Palomino, resalta y hace público –de manera sencilla y pedagógica– los valores ocultos de la cultura ambiental de la Región Junín. Nos ayuda a ser responsables en el cuidado de la creación de Dios cultivando la necesaria armonía entre la persona humana y la naturaleza, nuestra “casa común”.

Mons. Pedro R. Barreto Jimeno, S.J.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE HUANCAYO

“VISIÓN ECOLÓGICA de la región Junín” es el mejor libro que he leído sobre ecología y medio ambiente. En este libro, Jaime Quispe Palomino, describe las devastadoras consecuencias del daño y deterioro de la naturaleza y biodiversidad en la Región Junín. Así mismo, nos invita a tomar conciencia del cuidado del agua, la administración de la basura, la contaminación del parque automotor, la protección de los ríos, la depredación de la rana y el sapo. Bienaventurados los que lo lean porque los conocimientos de la contaminación de la Región Junín quedarán imperecederos en sus mentes.

Dr. Godofredo Arauzo Chuco
MEDICO Y AMBIENTALISTA

“VISIÓN ECOLÓGICA de la Región Junín” enfoca temas de actualidad de onda preocupación social. Está dirigida a la concientización del hombre para la protección y conservación del medio ambiente y la ecología de nuestra zona geográfica. Hay originalidad en el estilo. Facilidad y espontaneidad en la expresión. En cada texto narrativo, aviva con la imagen, la amenidad y gracia de los personajes dialogantes frente a la degradación o extinción de las especies que atentan contra la flora y la fauna.

Prof. Arnulfo Aliaga Cerrón
INVESTIGADOR Y TRADICIONALISTA